lunes, 5 de mayo de 2014

La Escuela Nacional de Medicina y Homeopatía del Instituto Politécnico Nacional

Como no podía ser de otra manera, dedicamos la primera entrada de este blog a una de las más grandes, si no es que la mayor, vergüenza académica de México: la Escuela Nacional de Medicina y Homeopatía del Instituto Politécnico Nacional.

Sí, no me lo estoy inventando, el IPN mantiene con nuestros impuestos una escuela de homeopatía. Como lo lee.

De acuerdo a lo que se puede leer en su sitio web, los antecedentes de la actual ENMH datan del siglo XIX. Creada en 1879 como Escuela de Medicina Homeopática, sufrió una serie de cambios de denominación a lo largo de su historia, como por ejemplo Escuela Nacional de Medicina Homeopática en 1890, su reconocimiento como Escuela Nacional de Medicina y Homeopatía en 1895 gracias a Porfirio Díaz, y hasta un breve paso por la entonces Universidad Nacional de México como Facultad Nacional de Medicina Homeopática en 1923, para finalmente ser absorbida en 1936 por el recién inaugurado Instituto Politécnico Nacional gracias al apoyo de Juan de Dios Bátiz, su fundador.

Y por supuesto, una de las licenciaturas que ofrece, es la de médico homeópata.




Quizá por allá en 1879, la existencia de esta escuela podía justificarse ya que para fines prácticos todos los conocimientos que se tienen ahora en el campo de la medicina científica eran inexistentes, y una buena parte de las prácticas médicas de ese entonces eran más dañinas que otra cosa, mientras que la homeopatía, por el contrario, no causaba ningún daño por sí misma. Ni ningún bien, hay que aclarar, pues como lo sabe cualquiera que tenga alguna idea de qué es la homepatía, sus supuestas propiedades curativas son inexistentes y la sensación de mejoría que refieren sus víctimas se debe más que nada al efecto placebo. Es decir, comparada con la medicina del S. XVIII y principios del XIX que muchas veces debilitaba al organismo, la homeopatía, al no tener ningún efecto real —ni positivo ni negativo— permitía que fuera el cuerpo humano el que se sanara por sí mismo. Siempre y cuando la enfermedad en cuestión no fuera grave, por supuesto.

No tan justificable fue su inclusión así haya sido breve en la Universidad Nacional ya bien entrado el S. XX, y mucho menos que se le adoptara como una de las escuelas fundadoras cuando se creó el IPN —¡en 1936!—, pues para ese entonces la homeopatía estaba por completo rebasada y si algún lugar merecía tener en la academia era, cuando mucho, su registro en los libros de historia junto a otras prácticas médicas pre-científicas.

Pero para la vergüenza del sistema educativo nacional y sobre todo, del IPN, no ha sido así. Este instituto ha mantenido durante todos estos años al adefesio de la ENMH , y aunque ha habido algunos intentos para fusionarla con la también politécnica Escuela Nacional Superior de Medicina —eliminando de la primera toda referencia a la magia homeopática de sus planes de estudio—, los profesores que gustan de vivir del cuento dando clases ahí se han resistido y han logrado que este santuario de la pseudociencia en México sobreviva, echando a perder en el proceso a aquellos jóvenes alumnos que confiados en que el Politécnico ofrece educación de calidad y con el deseo de convertirse en verdaderos médicos, ingresaron a esta escuela y al final, aunque hayan llevado las mismas materias que un estudiante de medicina real, salen, gracias a la contaminación recibida, pues... como homeópatas.

Terrible como es ver a estos jóvenes que alguna vez tuvieron el potencial para ser médicos convertidos en en meros homeópatas, lo peor es que una vez egresados y ya convencidos de que la homeopatía —y otras cosas, como veremos a continuación— funciona, se van colando, gracias en buena medida a la ignorancia de la autoridades y al prestigio que otorga un título del IPN, en las más diversas instituciones educativas y de salud del país llevando con ellos las pseudociencia médica aprendida, consiguiendo poco a poco que ésta sea aceptada como si de verdad tuviera algún sustento científico o efectividad.


Cosa que insisto, no es el caso.

Por si con la homeopatía no bastase, la ENMH, alejada como está de la ciencia, es campo fértil para otras pseudociencias, como por ejemplo, es el caso de la acupuntura que, me parece, se imparte en esta escuela desde hace más de 20 años. En la actualidad cuenta con una especialidad de posgrado en acupuntura humanareconocida por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, para duplicar el horror— y presume tener desde 1986 una clínica especializada en donde brindan atención al público.




Si le llaman la atención los viajes en el tiempo, lo invito a darle un vistazo a algunas de las materias del plan de estudios de este posgrado, para sentirse, cuando menos, como en el medioevo:



Creo que coincidirá conmigo, después de esta somerísima entrada, en que la Escuela Nacional de Medicina y Homeopatía del Instituto Politécnico Nacional fue la mejor elección para inaugurar este blog, al que me temo, no le faltará material durante un buen rato. Y buena parte de éste habrá que agradecércelo de una u otra forma, al IPN y particularmente a la ENMH.



P.D. Debo mencionar que no es la primera vez que la ENMH llega a una lista de la vergüenza.  En 2012, visto que no existía una versión mexicana, la de Colombia hizo los honores.